Ernesto Ekaizer

La catarsis de Pedro Sánchez

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El secretari general del PSOE, Pedro Sánchez, en una imatge d'arxiu

MadridEl 9 de mayo de 2010, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se postró ante la Troika. Y cinco meses después, el 20 de octubre, completó su viraje eliminando hasta los símbolos, con la supresión de los ministerios de Vivienda e Igualdad, y nombró vicepresidente del gobierno al futuro cabeza de cartel en las elecciones generales, Alfredo Pérez Rubalcaba.

En aquellos días, escribí:

“Yo, Zapatero, a la edad de 50 años, después de haber sido intimado por la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el verdadero tribunal de acusación de los Gobiernos, para que abandonase la falsa opinión, compartida en un primer momento por el Grupo de los Veinte, de que después de haber cumplido rigurosamente mi país con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, podía mitigar con estímulos fiscales los dramáticos problemas de paro de mi país, abjuro, maldigo y detesto los errores y herejías que haya podido cometer contra los Sacrosantos Mercados que nos prestan el dinero para vivir. Y en general de todos y cada uno de los otros errores y sectas contrarias al Sentido Común Convencional, como, por ejemplo, la igualdad de género y la paridad en los cargos.

He recitado la presente cédula de abjuración en el palacio de la Moncloa de Madrid por propia voluntad los días 9 de mayo y 20 de octubre de 2010”.

Mediante esta acta de abjuración, inspirada en la que Galileo firmó y pronunció en el Convento de Minerva, Roma, en 1633, interpreté lo que ocurría entonces, 2010, en el PSOE, como una pista sobre sus consecuencias futuras. Una de ellas fue la derrota del PSOE en las municipales y autonómicas de mayo de 2011, el prólogo del desastre que tendría lugar seis meses después, el 20 de noviembre de 2011.

Este es el telón de fondo del escenario político en el que el 15 de mayo de 2011 se sitúa una de las rebeliones pacíficas más internacionales de España: el 15-M. La reacción de la juventud ante la Gran Recesión y ante las devastadoras políticas que comienzan a desmantelar el Estado del Bienestar y que pavimentaron el camino a Mariano Rajoy.

Y aún cuando estos hechos son de todos conocidos, el aparato del PSOE, encabezado por Susana Díaz, sigue vendiendo que todo ha sido responsabilidad de Pedro Sánchez, por sus dos derrotas consecutivas en las generales de 2015 y 2016, omitiendo el origen y, de paso, la recuperación de importantes cuotas de poder en comunidades autónomas y ayuntamientos en las elecciones de mayo de 2015. Y, en passant, borrando la presencia, como resultado de los procesos descritos, del elefante más visible en la cacharrería de la política contemporánea española: el nacimiento de Podemos.

“Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”, escribió Talleyrand. Lo que no podía ser -que Susana Díaz fuera la salvadora del PSOE- no podía ser y además era imposible. Ella era quien quizá más tenía que perder. Algo así como el doble o nada. Es decir: el doble, Andalucía y la aspiración a La Moncloa, después de conquistar Ferraz, o nada, la futura presidencia de la Junta de Andalucía.

Sigue en Andalucía, sí, pero la idea de que en el peor de los casos no lograría pasar de la frontera de Despeñaperros se ha revelado errónea. Porque también ha cedido ante Pedro Sánchez de Despeñaperros hacia abajo.

Había en liza dos PSOE cuando se lanzaron estas primarias. El PSOE-SPD de Susana Díaz y los barones territoriales, es decir, la idea de que el partido español debía preparar su mimetización, a medio y largo plazo, en el Partido Socialdemócrata Alemán. La operación “piloto” debía ser esta legislatura y una gran coalición vergonzante 'ma non troppo'.

En medio de la contienda, por supuesto, estaba vedado el apoyo a los presupuestos 2017 de Mariano Rajoy, pero quién sabe, otro gallo cantaría en septiembre y octubre con los presupuestos de 2018 y Susana Díaz con el timón en sus manos.

Frente a este proyecto se situó el resurgimiento de Pedro Sánchez, cual Edmundo Dantés. En lugar de retornar de su encierro en el Castillo de la isla de If, frente a las costas de Marsella, vuelve Sánchez a encabezar a los militantes que quieren vengar su destitución y destierro impulsado por por el establishment del PSOE, representado mejor en la foto de la candidata junto a Felipe González, Zapatero, Rubalcaba, Pepe Bono, Pepe Blanco y tantos otros, que en mil palabras. Un establishment que persiste en su estrategia de culpar de sus males al ex secretario general.

Pedro Sánchez ve la ola, sabe apreciarla, y otea en el horizonte algo más serio: la necesidad de una catarsis. La amplitud de la corrupción del PP, la idea de que es una situación asfixiante. Las primarias pueden ser el momento de esa catarsis, esa palabreja griega: la facultad de la tragedia para redimir.

Sánchez viajó a Portugal en enero de 2016 para dar una señal de lo que quería ante un aparato del PSOE que soñaba con eliminarle por los malos resultados electorales del 20-D: un gobierno de coalición, pero no con el PP, sino con izquierda. Pero este gobierno fue vetado por la cúpula del PSOE y su remedo -la alianza con Ciudadanos- hubiera sido posible con la abstención de Podemos –no con el respaldo- se frustra por la falta de visión estratégica de Pablo Iglesias y su apuesta por el sorpasso de la mano de Izquierda Unida.

Un gobierno de izquierda es el sueño de Sánchez: el equivalente al tesoro que le legarán a Dantés en la isla de Montecristo, y con el cual volverá a Marsella para acometer su venganza….que, después de hacer morder el polvo a algunos de sus enemigos, suavizará al encontrarse en paz consigo mismo.

Las abstenciones han sido siempre una pesadilla para la socialdemocracia. No hace falta recordar, por lo épico, la crisis y división el 4 de agosto de 1914, cuando el SPD votó en el Reichstag los créditos para financiar la guerra del Káiser contra Rusia.

Si Sánchez ha logrado la victoria es porque habían arraigado entre octubre de 2016 y mayo de 2017 las raíces de la catarsis. Una gestora complaciente y una candidata no apta para su misión, que gozó con su papel de malvada en el debate de los candidatos, un trabajo que, todo hay que decirlo, Hollywood hubiese apreciado, hicieron el resto.

¿Habrá tercera vuelta después de los avales y las elecciones? Es decir: ¿puede Susana Díaz impulsar un ajuste de cuentas en el Congreso Federal, al contar con delegados fieles en federaciones potentes?

La tentación no faltará porque, entre otras cosas, esta posibilidad ya fue comentada al acercarse la jornada del 21 de mayo y advertir la posibilidad de una victoria de Sánchez, aunque muchísimo más ajustada. Pero si así fuera si se dejaran llevar por la tentación… verdes las han segado.

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