EL APUNTE

Ni diálogo ni política

Soraya Sáenz de Santamaría ha mostrado el nulo margen que los suyos le han dado para hacer política

Esther Vera
1 min
Mariano Rajoy, aquest dimecres

Primero fue el menosprecio, despuiés la operación Cataluña con los dossieres falsos y los que han servido para regenerar la vida pública. Hasta hace poco, la estrategia ha sido la operación diálogo, que ha consistido en la decapitación de Llanos de Luna, que cumplía con el mandato político de judicializar el caso, y la llegada del desenvuelto Enric Millo. Más allá de la apertura del despachín en la Delegación del Gobierno y de una visita al vicepresidente Junqueras, Soraya Sáenz de Santamaría ha mostrado el nulo margen que los suyos le han dado para hacer política.

El 9-N dejó descolocados a muchos. No sólo a Rajoy. Porque lo que debía ser una consulta de pacotilla se convirtió en una masiva y cívica votación ciudadana. Fernández Díaz ya anunció entonces que esto no volvería a ocurrir, y la Moncloa ha salido ahora a dejar claro que tiene previstas las medidas para impedir el referéndum. Suspensión de competencias en materia de Educación para evitar que las escuelas se conviertan en colegios electorales, medidas contra Interior para garantizar la obediencia de los Mossos al gobierno español y los jueces y los funcionarios advertidos. Los coches aceleran hacia el choque frontal.

Por un lado, ni diálogo ni política: los jueces el lunes sentarán un presidente de la Generalitat en el banquillo por haber puesto urnas. Por otro, una petición transversal y masiva del Pacto Nacional para convocar un referéndum. El tercer actor será la calle y todos lo saben.

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