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'Salvados': una oportunidad desaprovechada

Los casos de niños robados en España no son un dilema moral individual, son una vergüenza histórica, política y social del país. Y tratarlo el Día del Padre, con el hashtag #Padrehaymásqueuno, una frivolidad

Mònica Planas
2 min
Jordi Évole rep l’onzè guardó José Couso a la llibertat de premsa

El domingo en La Sexta vimos un Salvados con unas cuantas virtudes y un gran defecto. Coincidiendo con el Día del Padre, Jordi Évole y su equipo hicieron un planteamiento atractivo: exponer tres casos personales en los que los protagonistas admitían un vínculo afectivo muy potente con su padre pero, en cambio, el progenitor había cometido actos que teñían la estima de un cierto dilema moral. Salvados explicó a la audiencia historias muy potentes que atrapaban. Primero, la hija de un verdugo en la España de Franco. Después conocimos a Juan Luis Moreno, a quien su padre, en el lecho de muerte, confesó que lo había comprado a una monja cuando era un bebé. Era un niño robado. Y, finalmente, conocimos a Sebastián Marroquín, hijo del narcotraficante Pablo Escobar. Marroquín condenó todos los crímenes y planteamientos vitales de su padre a pesar de reconocer que le añoraba y le quería a pesar de la vida que le obligó a llevar. Paralelamente, tres especialistas en cada uno de estos casos conversaban entre ellos y daban al tema una perspectiva más global y periodística.

Ahora bien, mientras que la historia de la hija del verdugo y la del hijo de Pablo Escobar ya no tenían más recorrido narrativo, el caso del hombre que descubre que fue un bebé robado no puede convertirse en un simple drama personal. Y aquí es donde Salvados pecó de superficial. Los casos de niños robados en España no son un dilema moral individual, son una vergüenza histórica, política y social del país. Y tratarlo el Día del Padre, con el hashtag #Padrehaymásqueuno, una frivolidad.

Se calcula que se robaron hasta treinta mil bebés en España, en una red organizada que cubría todo el territorio. Se hizo con la connivencia de hospitales, iglesias, conventos y elementos corruptos de la administración. Hacían creer a las madres que la criatura había muerto y las entregaban a familias que consideraban más adecuadas y que pagaban mucho dinero por los niños. Que Salvados, caracterizado por su beligerancia con las injusticias sociales y con la inoperancia política, dedique sólo una entrevista individual es decepcionante. Lo es porque no hay manera de que los periodistas influyentes del país hurguen de verdad y con ganas y den relevancia a esta atrocidad. Telecinco dedicó durante un tiempo la dosis de espectáculo habitual y desprestigió así la imagen de los afectados. Contribuyó a convertirlo en un melodrama sensacionalista y no en periodismo. Se han hecho reportajes y entrevistas con rigor en programas de menos repercusión que no generan el impacto ciudadano necesario que permita llevar el caso a primera línea informativa. Sigue siendo un tema infravalorado: por las autoridades políticas y los periodistas. Más silencio, para variar, sobre una de las grandes vergüenzas de España. Ni Salvados, sorprendentemente, se ha esforzado mucho. La lástima es que, cuanto más se tarda, más madres e hijos pierden la oportunidad de reencontrarse.

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